Era ilógico.
El personal del refugio de animales no entendía por qué ocurría esto, ya que nunca habían presenciado algoiera similar. Las justificaciones para devolver repetidamente al pobre animal sonaban débiles y superficiales. Además, eran tan singulares que al menos algunas de ellas tenían que ser inventadas. Algunos afirmaban que Benji era excesivamente activo, mientras que otros afirmaban que ni siquiera salía de su cama. Algunas personas regañaban a Benji por su entusiasmo excesivo. Otros decían que evitaba el parque porque le tenía miedo a los demás perros, mientras que otros afirmaban que era agresivo con otros caninos.
Ya estaba herido.
Cuando el refugio de animales se quedó sin opciones para Benji, decidieron readoptarlo. Sin embargo, no podía pasar el resto de su vida en el refugio. Después de ser devuelto por décima primera vez, nadie creía que este perro infeliz encontraría algún día un hogar donde pudiera vivir el resto de sus días. También era evidente que el cachorro, con quien todos en el refugio habían desarrollado una profunda relación, comenzaba a experimentar las consecuencias de estar atrapado en este ciclo interminable de sufrimiento. Todos podían ver claramente que cada vez que volvía al refugio, el brillo en sus ojos disminuía un poco. Era una situación catastrófica.